Page 55 - REVISTA AD MAESTRO - Septiembre de 2018
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En estos tiempos de globali-   .
          zación  e  internet,  parecería  ana-
          crónico tratar de establecerle una
          nacionalidad al charango, en es-    Hay GrabaDOs DE GuaMán POMa DE ayaLa
          pecial si consideramos que su uso
          se ha extendido por igual en prác-  quE DaTan DE 1613 En LOs quE sE MuEsTran
          ticamente toda la zona andina de    a anTIGuOs PEruanOs TañEnDO un
          Sudamérica y es, sin lugar a dudas,
          sinónimo de lo que los públicos an-  InsTruMEnTO PEquEñO DE CuErDas, DE fOrMa
          glosajones sintetizan bajo el rótulo   sIMILar a La GuITarra.
          de Andean music. Sin embargo es
          necesario anotar que existe gran
          cantidad de estudios, serios y do-
          cumentados, que apoyan tanto la
          teoría del origen boliviano como
          del peruano.
            No se puede negar, por ejem-
          plo, que Potosí, enclave aymara
          de Bolivia, fue una de las prime-
          ras regiones donde se registró la
          existencia  de  las  primeras  formas
          de charango. Como tampoco se
          puede negar que hay grabados de
          Guamán Poma de Ayala que datan
          de 1613 en los que se muestran a
          antiguos peruanos tañendo un ins-
          trumento pequeño de cuerdas, de
          forma similar a la guitarra. Musi-
          cólogos y charanguistas bolivianos
          (Ernesto Cavour), peruanos (Fede-
          rico Tarazona), argentinos (Carlos
          Vega) y chilenos (Héctor Soto) han
          realizado importantes aportes en
          sus investigaciones sobre el origen
          definitivo del charango, que pue-
          den ser consultadas para conocer
          detalles que abonen a la compren-
          sión de este tema, y sobre todo de
          su contexto, tan diferente al actual
          en cuanto a la delimitación de paí-
          ses y las fronteras que hoy les co-
          nocemos. Por eso decimos que el
          charango posee dos  nacionalida-
          des: peruana y boliviana. Y, esto,
          en términos de integración, no
          hace más que alegrarnos.
          EL CHARANGO EN EL PERÚ


            El  charango  evolucionó  inten-  pudo ver en las expresiones musi-
          samente, durante siglos, en las  cales mestizas e indígenas la huella
          manos de campesinos y habitantes  indiscutible de un pasado pagano
          comunes y corrientes de toda la  y primitivo que debía superarse en
          sierra sur, desde Cusco hasta Puno,  nombre del progreso y optó por
          pero a la capital llegó hace relativa-  ignorarlas. Recién a principios del
          mente poco tiempo. Como dice el  siglo XX, con el apogeo de la antro-
          charanguista y etnomusicólogo pe-  pología como ciencia social, la inte-
          ruano Julio Mendívil: “La aristocra-  ligencia del país prestó interés a las
          cia peruana, que había heredado  expresiones populares y se inició
          la idea de civilización europea que  el estudio de la música andina” (La
          se originó en el Renacimiento, solo  escuela moderna del charango, F.
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