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Tarazona, 2004). Una vez más, la tara de talentosos músicos que aprendieron a
de la discriminación que ha marcado la tocar charango escuchando sus grabacio-
vida republicana de nuestro país asoma nes y recitales.
en una de sus expresiones más lamen-
tables: la negación de un genuino moti- EL LEGADO DE JAIME GUARDIA
vo de orgullo y su posterior utilización
para fines políticos o para aparentar “Jaime Guardia se ha llevado una tradi-
una actitud diferente. ción a la eternidad. Para mí es un ejemplo
Los sonidos brillantes y agudos del claro de la simbiosis del toque tradicional, la
charango conquistaron Lima recién en cosmovisión de su instrumento y su propia
la década de los años cincuenta, como inventiva. Felizmente, tenemos su música
parte del proceso migratorio del cam- presente para hacerle honor a sus enseñan-
po a la ciudad. Entre toda esa pléyade zas”, nos dice Chano Díaz Límaco, un joven
de artistas destacó La Lira Paucina, músico ayacuchano de amplia trayectoria
conjunto que llegó desde Pauza (Páu- en la escena del folclore peruano y con seria
car del Sara Sara, Ayacucho), a cantar proyección internacional. Ya sea como solis-
sus melancólicos huaynos y quejum- ta, como integrante de la banda de rock-fu-
brosas mulizas, pero también sus ale- sión El Polen o con su proyecto Bolero Blues
gres carnavales. El trío lo conformaban Project, Chano se declara heredero de una
tradición que le viene de familia. “Mi abuelo
fue fundador de la Estudiantina Municipal
de Ayacucho. Los instrumentos y las vesti-
mentas se guardaban en la casa. En las jara-
nas esperábamos los más jóvenes la oportu-
nidad de tocar con los mayores cuando se
cansaban”.
Ricardo Silva tiene ya cuatro décadas
tocando el charango, desde que sus padres
le regalaron uno en 1976 por haber ingre-
sado a la universidad. El músico y produc-
tor también guarda especial respeto por
la figura de Guardia, a quien el periodista
Enrique Planas describió acertadamente
como “un gigante hurgando en el corazón
de una muñeca” por su forma de acari-
ciar las cuerdas del pequeño instrumento:
“Crecí escuchando a La Lira Paucina, en la
adolescencia quedé maravillado con su es-
tilo”. Silva ha introducido el charango en
ensambles de rock como Del Pueblo Del
Jacinto Pebe, Luis Nakayama (guitarras) y Barrio, que fundó junto a Piero Bustos a
Jaime Guardia (charango). Este último se inicios de los ochenta; y jazz como Wayru-
convirtió en el más grande charanguista ro, del pianista José Luis Madueño. Actual-
del Perú, un maestro que refinó la técnica mente organiza el Festival de Música Nati-
de rasgueo y digitación del instrumento va que se desarrolla en Ayacucho y Cusco.
y desarrolló una carrera musical caracte- Por su parte, el charanguista y luthier
rizada por una irrompible fidelidad a las Jesús Alvarado Gutiérrez (Parinacochas,
formas originales de la música folclórica Ayacucho, 1946) es toda una institución del
nacional, conservándolas incluso en tiem- charango peruano, con más de cinco déca-
pos en que las tendencias de fusión y mo- das construyendo instrumentos de cuerda
dernización invadieron géneros como el y tocándolos en escenarios de todo el Perú.
huayno, desnaturalizándolo. Esto le hizo A sus 72 años, aun trabaja en su casa/taller
ganar respeto y admiración a lo largo y an- de Villa El Salvador, a la antigua, a pulso, sin
cho del país. Don Jaime se mantuvo sobre máquinas. “Nosotros desarrollamos un esti-
los escenarios más de cincuenta años de lo para tocar que ya nadie puede reprodu-
forma ininterrumpida hasta su retiro en cir. Nos han tratado de imitar pero no sale
2016 por razones de salud. Hace apenas igual”, nos comenta don Jesús, quien zanja
unos meses, en julio de este año, Jaime de inmediato la cuestión sobre la naciona-
Guardia falleció a los 85 años de edad pero lidad del charango con voz firme: “No hay
dejó su legado en una nueva generación dudas. El charango es peruano”.
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