Page 15 - REVISTA AD MAESTRO - Septiembre de 2018
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cio de la ciudadanía, y el afronta-
          miento de los retos en el mundo
          del conocimiento. Finalidad que
          nos demanda formar niños y ado-
          lescentes con inteligencia emocio-
          nal y social, capaces de reconocer
          sus propias emociones, tener au-
          tocontrol, empatía, y expresar sus
          sentimientos de forma adecuada.
            Esta compleja formación que
          nuestro país demanda debería
          recaer, en primer lugar, en la fa-
          milia, y en segundo, en la escuela.
          Sin embargo, en el Perú, un 41%
          de padres ha castigado físicamen-
          te a su hijo o hija; y según datos
          del INEI, el Programa Nacional
          Contra la Violencia Familiar y Se-
          xual atendió en el 2016, a 63 mil
          22 personas afectadas (aumen-
          tando 20.9% con relación al año
          2015). En ese mismo año, a nivel
          nacional, el 64.2% de mujeres
          declararon que su esposo o com-
          pañero ejerció violencia psicoló-
          gica/verbal, en algún momento       LOs MaEsTrOs sE EnfrEnTan
          de sus vidas. Se observa, además,   DE ManEra PErManEnTE COn
          una creciente reducción de espa-    sITuaCIOnEs DE TrabajO,
          cios para la integración familiar a   sOCIaLEs y faMILIarEs
          consecuencia de las demandas la-
          borales y la reconstitución de las   DE aLTa TrasCEnDEnCIa
          familias; todo ello nos conduce a   EMOCIOnaL, COrrIEnDO EL
          pensar que la formación de ciuda-   rIEsGO DE ExPErIMEnTar
          danos aptos podría convertirse en   DETErIOrO En su bIEnEsTar
          un objetivo inalcanzable, y servir
          solo como una meta planificada.     PErsOnaL.
          Somos conscientes de la necesi-
          dad de educación que tienen los
          padres para el desarrollo de sus
          propias competencias personales,
          antes de estar en condiciones de
          hacerse cargo del desarrollo emo-
          cional de sus hijos.
            Por su parte, los maestros se
          enfrentan de manera permanente
          con situaciones de trabajo, socia-
          les y familiares de alta trascenden-
          cia emocional, corriendo el riesgo
          de experimentar deterioro en su
          bienestar personal. La conducta
          de los alumnos, los padres de fa-
          milia, las relaciones con los com-
          pañeros de trabajo y los niveles de
          exigencia mental y emocional de
          las  actividades  que  realizan,  son
          generadores de estrés que deman-
          dan el desarrollo de habilidades
          emocionales como factor de pro-
          tección ante estos efectos que al-
          teran el estado de ánimo.



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